domingo, 14 de junio de 2009

Atardecer



Paradójicamente, la adversidad, lejos de deprimirla, comenzaba a levantarle el ánimo a Dorita.
Había comenzado a salir por el barrio y también disfrutaba de los atardeceres en el balcón.
Hablábamos mucho. ¿Se puede hablar del dolor, de la tristeza, la angustia? Se puede. ¿Se puede hablar del dolor, de la tristeza y de la angustia con humor? Se podía y lo hacíamos.
Dorita se había encontrado con Ricardo, un antiguo compañero de la secundaria: “Me comentó que tenía un esguince, que se estaba quedando pelado y que se acaba de divorciar. Después me preguntó como andaba yo, si me había cambiado el look, le comenté que fue un cambio forzoso, por la quimio y ambos nos reímos, él me terminó diciendo que bueno, que se quejaba pero realmente lo de él no era nada”.
Con Dorita nos reímos y seguimos mirando la puesta del sol.