lunes, 24 de noviembre de 2008

Las chicas sólo quieren divertirse ¡y en la sesión de quimio!

Sentarse en el sillón para recibir la quimioterapia puede ser para muchos una verdadera tortura pero para otros el humor es una excelente terapia alternativa.
Ese era el caso de una mujer que acompañaba a su hijo. Ambos habían tenido cáncer pero se alejaban del lamento y la lágrima fácil y se divertían haciendo chistes. Con Dorita nunca nos habíamos reído tanto en una sesión.
La mujer nos comentó que le habían extraído una mama y como ella tenía grandes senos se había creado una prótesis casera con mijo, el experimento, nos comentaba, le había traído algunos inconvenientes. Por empezar, las palomas la seguían, ¡se querían comer la prótesis! (o, mejor dicho, el mijo) y cuando llovía se le hinchaba y ella decía que seguro “la teta se le iba a germinar”.
De una situación traumática había hecho una comedia que a nosotras nos divertía pero a algunos pacientes les producía disgusto, quizás estarían cansados de tantas aplicaciones pero yo lamentaba que no pudieran divertirse.

domingo, 16 de noviembre de 2008

¿Alegría?

Me encanta la Capital Federal, el centro porteño. Me gusta perderme en las calle mirando las molduras de los antiguos edificios. Me siento extranjera en mi propia ciudad, me olvido del tiempo, voy y vengo, llego a una avenida, doblo y hay una plaza, trato de no sacar el mapa, quién sabe a dónde puedo llegar.
Esta vez aparecí en un bar con grandes ventanas enmarcadas en madera pero con una oscuridad antigua. Entré, me tomé un café y ahí apareció un nene de unos doce años, un nene de la calle, pedía unas monedas y ni bien lo miré él se escondió atrás de una mesa. Pensé que era uno de esos juegos típicos en los que los chicos juegan a que no los ves, así que me reí y fingí no mirarlo, el se rió pero se volvió a agachar. Pensé que era algo divertido, que era una pequeña complicidad nuestra pero cuando el mozo se apareció y el nene no salía de atrás de la mesa entendí que me había equivocado. La inocencia de los chicos, de los chicos de la calle, sus propios simulacros de escape resultaban inadmisibles ante un mundo adulto que los expulsaba.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Accidente


Como Dorita tenía que hacerse la quimio en pocos días me dispuse a hacerle una comida bastante nutritiva con muchas verduras y algunas legumbres. Sin pesar que el zapallo era una verdura traicionera como pocas comencé a cortar la firme cáscara con el cuchillo pero como no estaba suficientemente afilado agarré un pelador de papas un poco oxidado. Con fuerza empecé sacar la cáscara pero el instrumento se resbaló, se zafó para dar de lleno en el dedo índice de mi otra mano que lo sostenía. Pensaba que era una herida común pero cuando empecé a ver la sangre que chorreaba me asusté bastante, grité y Dorita se apareció en la cocina.
Recordar/ fragmentación/ montaje mental: Imagen (sangre, dedo, resabio de dolor, miedo, más sangre, dedo debajo del agua, agua con sangre, bronca, mucha bronca, Pensamiento (bronca actualizada, ¿Cómo voy a seguir ayudando a Dorita?), Imagen (sangre) y Sonido (¿Qué te pasó? ¿Con qué te cortaste? Soy una bruta bestia animal)
Dorita muy tranquila me desinfectó el dedo, me apretó la herida con una gasa y salió corriendo a ponerse el pañuelo en la cabeza.
Yo: -¿Pero qué hacés?-
Dorita: -Nos vamos para el hospital, ya pido el remis-
Yo: -¿Nos vamos? Mirá que es el mediodía, ahora entra y sale mucha gente del edificio-
Dorita: -Te digo que te cambiés y nos vamos YA-
Salimos corriendo, Dorita con el pañuelo medio corrido, con un pedazo de cabeza pelada al aire. Esperando el ascensor se apareció el famoso vecino mala onda que se la quedó mirando:
Vecino: -¿Pero qué te pasó Dorita?-
Dorita: -Oíme una cosa, la ves a Valentina con el dedo apretado, lleno de sangre y me preguntás a mí que me pasa, ayudáme a llamar el ascensor que no viene-
El vecino se quedó atónito, angustiado, en un estupor duradero, Dorita empezó a gritar para que manden el ascensor y ni bien llegó se mandó a pesar de que estaba el portero con sus nenes. El impacto al verla no fue menor pero se preocupó por mi dedo y se ofreció a llevarnos al hospital.
Las caras de muchos vecinos denotaban tristeza y preocupación, las marcas de la cura del cáncer (porque eran las drogas y no el cáncer el que le provocaba la caída del pelo) cobraban en la mirada de los otros una visibilidad terrible, espantosa, que los enfrentaba con lo que creían era una muerte segura.
Los encuentros se fueron sucedieron y la inoportunidad de mi lastimadura se terminó convirtiendo en la primera salida oficial de Dorita.
Cuando llegamos al hospital yo no paraba de reírme mirándola a Dorita así, tan cambiada, con tanta fuerza, tanto carácter y cuando me preguntó que me pasaba le dije: “Como en El Padrino de Francis Ford Coppola, mejor que parezca un accidente”.