sábado, 13 de febrero de 2010

Primer empleo

Finalmente había conseguido un trabajo de redactora en una editorial de marketing, un trabajo de pocas horas que me permitía seguir ayudando a Dorita. Era mi primer trabajo así que la noche anterior prácticamente no había podido dormir pensando en qué me encontraría, ¿Cómo era el ambiente laboral? ¿Cómo serían mis compañeros? ¿La relación con los jefes? Pero era una preocupación agradable acompañada por un montaje de voces “Por fin conseguí mi primer trabajo, por fin”.
La que se dirigía a la oficina en su primer día de trabajo era yo misma con esas otras voces, y yo que quería escribir, yo periodista.
Me senté en un escritorio todo sucio, repleto de papeles y hojas tiradas. Mi jefa me dijo que empiece encendiendo la computadora pero antes traté de sacarle la gran cantidad de papeles que tenía encima y limpiar un poco la tierra acumulada en el teclado.
La primera nota que debía escribir era para un suplemento cultural de un diario chileno, un breve relato sobre el edificio Kavanagh. Comencé a investigar en Internet y descubrí que aquél edificio formaba parte de una historia de amor y odio entre familias, entonces las palabras empezaron a aparecer, se empezaron a conectar, la escritura fluía fácilmente, rítmicamente.
Escribiendo me escribía y comenzaba a vivir lo que creía sería una gozosa forma de subsistencia.



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