lunes, 24 de agosto de 2009

Cinéfilas





A veces no hay que hablar, ni mencionar, nada. Para Dorita era tarde de cine, había decidido llevarla al cine Cosmos, sobre avenida Corrientes.
Recordaba los festivales de cine y la atmósfera especial, entrar en el Cosmos era entrar en otra dimensión. La escalera, las luces de tubo fluorescente verde que iluminaban las plantas dentro del cubículo vidriado, la cafetería.
Fuimos en tren y luego en subte pero cuando llegamos nos encontramos con el cine cerrado y el cartel alegorizaba la situación: Cosmos/ Osmos o lo que fue/ lo que es. La puerta, entreabierta, mostraba los afiches del Bafici 2008.
En ese momento recordé otra situación similar. Una vez paseaba por el barrio de Caballito y decidí pasar por el cine Lyon, sobre avenida Rivadavia. Me quedé inmóvil en la puerta contemplando los tabiques de madera que obstruían la entrada. Poco tiempo después el cine reapareció bajo el nombre de Cineduplex y, más tarde, como Arteplex Caballito. A fuerza de bautismos había reaparecido, renovado, pero manteniendo el encanto de las butacas de madera, las salas de dos pisos y los fantasmas de otros tiempos.
Esa tarde no habría Cosmos pero sí Arteplex, Dorita me preguntaba cuáles serían las razones para cerrar un cine pero no pude decirle nada, las imágenes de otras tantas salas desparecidas (el Metro, por ejemplo) se atestaban en mi memoria, como imágenes en movimiento, fotogramas de un pasado incendiado.