miércoles, 22 de julio de 2009

Tardes

“Lo dudo, lo dudo, lo dudo,
Que halles un amor más puro,
Como el que tienes en mí.”
Por Los Panchos


Las amigas de Dorita se habían propuesto concurrir habitualmente a visitarla y a pintar juntas. Y otra vez volvían.
Esta vez, entre bizcochitos y mates, Mirtha se animó a contar una historia o, más bien, su historia con Pedro. Cuando estudiaba, hacía ya muchos años, lo había conocido a él, un español que había venido a la Argentina. Pronto se hicieron amigos y después comenzaron a salir, pero Pedro tenía que volver a España entonces le propuso a ella irse con él. Mirtha lo pensó mucho y finalmente decidió quedarse, ahora estaba viuda, con dos hijos y tenía ganas de volver a verlo a ver a Pedro ¿Qué sería de su vida?
En su interior Mirtha se lo imaginó viejo y soltero, se esforzaba por construir una imagen mental que lo alejara de ella, que le permitiera, desde el presente, enorgullecerse por su antigua decisión.
Entonces se me ocurrió conectarme y que lo buscáramos en Facebook, todas abandonaron sus pinceles y se acercaron a la pantalla, lo encontré y empecé a mostrarle las fotos: Pedro en un bote, Pedro abrazado con una mujer, Pedro besando a una mujer, Pedro con una beba en brazos. Y para Mirtha era eso, Pedro, Pedro, Pedro y una historia que había dejado inconclusa

viernes, 17 de julio de 2009

Tarde de pintura



Dorita tenía un grupo de amigas con las que solía pintar en el taller ubicado a pocos metros del edificio. Como hacía bastante que no asistía a clases las amigas y compañera decidieron llevarle la clase al departamento.
Ni bien llegaron comenzaron a sacar de los bolsos acrílicos, pinceles, agua, cajas de madera. Eran todas mujeres de entre cuarenta y cincuenta años. Pero también estaba Sofía, nieta de una de ellas, a la que le habían dado unas acuarelas y hojas. La nena empezó a pintar y cuando terminó Dorita le preguntó:

-¿Qué es esto verde? ¿Pasto?-
-No, cielo-

lunes, 6 de julio de 2009

Gracias


Con Dorita fuimos al oncólogo, teníamos que pedirle el análisis de sangre para la próxima quimioterapia.
Teníamos muchas ganas de encontrarnos con Gema. Le había mandado unos mails para encontrarnos pero no los respondía. Y bueno, después de las quimios, pensé, viene la liberación, las ganas de hacer cosas, de disfrutar la falta de los compromisos oncológicos.
Una imagen siempre se me venía a la mente. Gema y Santiago sentados, Gema aplicándose la quimio y Santiago leyéndole, hablándole, distrayéndola. Les había tocado uno cubículo pequeño y allí estaban los dos, queriéndose en el transcurrir del suero.
Gema nos hablaba de su pequeña hija, de su vida. Y cuando Gema entraba al consultorio con su boina y sus raros vestidos todos la miraban, ella tan simpática, llena de alegría. El consultorio cambiaba, nos despejaba, nos hacía reír.
Recuerdo la primera vez que la vi, su juventud y su acento español me hicieron pensar que quizás era una estudiante que había venido por poco tiempo a la Argentina. Pero Gema, Gema y Santiago, con la pequeña niña.
Cuando Dorita preguntó por Gema se le llenaron los ojos de lágrimas. No se animó a decírmelo, porque el dolor fue grande y mudo.
¿Qué más podría decir? Nos debemos un café, nos lo vamos a seguir debiendo, porque Gema quería festejar, porque siempre, Gema, gracias a vos, vamos a seguir teniendo ganas de festejar, aunque el dolor sea hondo, tan hondo como el dolor que sentimos ese día.

sábado, 4 de julio de 2009

Gripe A


La gripe porcina llegó a Buenos Aires y junto con ella comenzó el desabastecimiento de barbijos y alcohol en gel.
Algunos caminan asustados y otros se ríen de esos que caminan asustados.
Faltan los besos, porque los argentinos nos saludamos así, cariñosamente. Sin embargo, algunos aún mantienen el ritual y, en medio de tanta paranoia, se convierte en todo un acto revolucionario.
En el noticiero un día dicen: “Cuidado, estamos hablando de vidas humanas, esto no es broma. Alguien se tiene que dar cuenta de la situación, prevención por favor, esto es muy, muy GRAVE”. Al otro día, el mismo periodista, esta vez sonriendo, dice: “Mantengamos la calma, simplemente seamos cautos, pero no se preocupen, a lavarse bien las manos. Está llegando una nueva droga de los Estados Unidos que permitirá mejorar la situación”.
Cuando alguien tose en el subte los otros lo miran y se alejan. Entre los amigos abundan las bromas “¿No tendrás la porcina no?”.
Múltiples facetas de la misma situación que me recuerdan al cáncer y me recuerdan a Dorita. Una vez, una amiga a la que necesitaba hablarle de todo lo que estaba pasando, de lo difícil que era la quimioterapia, me dijo que “Era mucho para ella, que no lo podía superar, que no lo podía soportar”. Me dijo otras cosas y me indigné, terminé gritando, en voz alta, para que la gente del bar escuche: “EL CANCER NO CONTAGIA, NO CONTAGIA”.
Entonces, como Dorita, muchos pasan a ser sospechosos, es preferible alejarse y procurar propios medios profilácticos ante esas otras realidades. La vida es pura profilaxis, pienso.
Pero esta vez todo se confunde, algunos logran infiltrarse. Los pacientes oncológicos son uno de los tantos con barbijos, por primera vez son uno más en la ciudad, camuflados, logran ese tan ansiado anonimato.