La luz ya no rebota en su cabeza, los primeros pelos se asoman.
Temo, esta vez por mí, ¿ahora qué voy a hacer? ¿cómo voy a conseguir ese trabajo que tanto busqué?
Pero la miro a Dorita subiendo de peso, la miro en la ventana, recuerdo, y siento esa tristeza por todos los que viven y vivieron con cáncer.