martes, 26 de agosto de 2008

Adiós a los cabellos

Yo estaba medio deprimida y Dorita tampoco estaba muy alegre que digamos, extrañaba su melena dorada. En esos momentos decidía recordar todas las cosas que había pasado para tener una reflexión un poco más profunda y menos dolorosa.
Una de las drogas le iba a provocar la caída del pelo y al principio fue lo que más le preocupaba de la quimioterapia. La hoja de instrucciones del oncólogo advertía: “La pérdida de cabello (Alopecia) ES SIEMPRE REVERSIBLE” lo que Dorita traducía como: “se te va a caer, pero bueno, bancátela que después te crece”.
Al principio pensó que no se le iba a caer pero después de la segunda sesión, mientras se peinaba, comenzaron desaparecer los primeros mechones entonces decidió no bañarse, no tocarse mas, así no se le seguía cayendo. Yo insistía con pasarle la maquinita eléctrica y pelarla pero ella no quería y pensaba que esa era una forma de garantizar la posibilidad de seguir saliendo a pasear por el barrio y saludar a los vecinos.
Como la temperatura no bajaba, y la transpiración también iba en aumento, Dorita decidió lavarse el pelo. Mientras se me metía en la ducha yo me quedé en el living y pasados unos cinco minutos escuché gritos: “VENÍ, VENÍ, DALE, POR FAVORRRRRRRRRR”. Con bastante miedo me dirigí al baño y detrás de la cortina de la ducha se asomaba una mano con mechones de pelo. Dorita estaba triste, al no bañarse se le había enredado el pelo que se le iba cayendo, quedaba como una maraña.
Recién cuatro días después de ese episodio Dorita me llamó para que le corte los pocos pelos que le quedaban. Tenía que desprenderse de su antigua imagen, era una especie de ceremonia de despedida que yo ejecutaba con la maquinita en funcionamiento, a punto de pasársela por la cabeza.

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