jueves, 2 de abril de 2009

Entrevista

Me estaba dando cuenta de que cuidar a Dorita me permitía no pensar en que tenía que conseguir un trabajo. También comenzaba a desistir del periodismo.
Tenía mucha angustia contenida, demasiada, todo había empezado con mi primera entrevista. Tenía dieciocho años, apenas terminaba el secundario y quería trabajar. Empecé a mirar los clasificados y uno me llamó la atención, buscaban jóvenes para ventas en una localidad vecina, era un agente oficial de una famosa empresa telefónica. Cuando llegué vi a muchos jóvenes de mi edad sentados, casi inmóviles, mudos, todos buscábamos quedar en el puesto, agrupados como gallos de riña.
Apareció el empleador, un hombre alto, de pelo blanco, que comenzó a gritarnos: “¡Ustedes se creen que esto es joda pero acá se viene a laburar! Yo puse a mi hijo a trabajar en una pizzería de cadete, que empiece de abajo. Y ustedes van a tener que hacer cualquier cosa, se van a meter en cualquier lugar con tal de vender teléfonos ¿me entienden? Son todos unos boludos, hay que empezar de abajo, de bien abajo”. Una chica comenzó a quejarse diciendo que no nos podían tratar así, que ella tenía experiencia, que sabía mucho y que quería otra cosa. La respuesta fue rotunda: “Si no te gusta, te vas, chau, te vas”.
Ese fue mi primer encuentro con el mundo laboral.

No hay comentarios: