lunes, 6 de julio de 2009

Gracias


Con Dorita fuimos al oncólogo, teníamos que pedirle el análisis de sangre para la próxima quimioterapia.
Teníamos muchas ganas de encontrarnos con Gema. Le había mandado unos mails para encontrarnos pero no los respondía. Y bueno, después de las quimios, pensé, viene la liberación, las ganas de hacer cosas, de disfrutar la falta de los compromisos oncológicos.
Una imagen siempre se me venía a la mente. Gema y Santiago sentados, Gema aplicándose la quimio y Santiago leyéndole, hablándole, distrayéndola. Les había tocado uno cubículo pequeño y allí estaban los dos, queriéndose en el transcurrir del suero.
Gema nos hablaba de su pequeña hija, de su vida. Y cuando Gema entraba al consultorio con su boina y sus raros vestidos todos la miraban, ella tan simpática, llena de alegría. El consultorio cambiaba, nos despejaba, nos hacía reír.
Recuerdo la primera vez que la vi, su juventud y su acento español me hicieron pensar que quizás era una estudiante que había venido por poco tiempo a la Argentina. Pero Gema, Gema y Santiago, con la pequeña niña.
Cuando Dorita preguntó por Gema se le llenaron los ojos de lágrimas. No se animó a decírmelo, porque el dolor fue grande y mudo.
¿Qué más podría decir? Nos debemos un café, nos lo vamos a seguir debiendo, porque Gema quería festejar, porque siempre, Gema, gracias a vos, vamos a seguir teniendo ganas de festejar, aunque el dolor sea hondo, tan hondo como el dolor que sentimos ese día.

1 comentario:

Pablo dijo...

Me dio pena por Gema, y por Dorita también, claro. Ya le tengo aprecio.

beso