martes, 14 de abril de 2009

Hospitales

Se ríe el niño dormido
quizás se sienta gorrión esta vez
jugueteando inquieto en los jardines de un lugar
que jamás despierto encontrará

"Plegaria para un niño dormido" tema de Almendra


Cuando operaron a Dorita la clínica rebalsaba de embarazadas, ellas se irían con sus bebés y Dorita sin su tumor. La comparación resulta tan fútil como emotiva, al menos cuando se reactualiza estallando en un recuerdo profundamente fugaz.
Esta vez volvía al hospital pero a recibir a un sobrino, o a quién yo consideraba emotivamente mi sobrino.
La alegría era indescriptiblemente inmensa. Pero comencé a pensar que quizás esas dicotomías mentalmente impuestas eran mucho menos nítidas de lo que parecían.
Cuando Gema, otra paciente con cáncer de mama, salió de la operación, pidió que la dejaran ver “la película”, ya que por culpa de la operación se había quedado sin el final. El cirujano, un poco confuso o indignado, le preguntó a su marido si acaso Gema había entendido que el tumor que le habían extirpado era cancerígeno. Gema comprendía, Gema era totalmente consciente de su cáncer, pero no se iba a privar de hacer lo que tenía ganas de hacer.
La felicidad tiene sus matices, la cultura imponía en qué momentos y cómo manifestarla. Quizás en ese momento debí ser feliz por los hijos que venían y porque Dorita también, a su modo, comenzaría a vivir esa otra vida.

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