domingo, 10 de mayo de 2009

Entrevista


El edificio había quedado en una peligrosa calma después de un acontecimiento tan inesperado como el de la muerte de Ramón.
En mí persistía una angustia bastanta grande y además se aproximaba otra sesión de quimioterapia. Pero sorprendentemente me llamaron para una entrevista laboral en plena Capital Federal así que mente debió cambiar abruptamente.
Me tomé el colectivo, una hora de viaje y después el subte.
El subte por la mañana es toda una experiencia, sobre todo la línea A con sus coches antiguos, el color amarillento de las luces, el olor a madera quemada, todo un viaje atemporal.
Tanta gente en un espacio reducido provoca un aplastamiento que termina por comprimirse al máximo al llegar a la estación Miserere. Esta vez subía al tren en la mencionada estación una chica con su madre, era la primera vez que viajaba en hora pico y cuando la empujaron para entrar empezó a gritar como loca, “Esto es terrible, basta, basta por favor” todos comenzaron a reírse y a hacer chistes, algo típico en esas situaciones porque comienza una especie de momento divertido donde todos los pasajeros buscan sacarle humor a la situación. Pero resulta que la chica estaba cada vez peor, cada vez más nerviosa y comenzó a gritar“¿Pero de qué se ríen? Esto es terrible, no es para reírse” la madre le explicó: “Ellos viajan siempre están acostumbrados y vos viajás por primera vez eso es lo que pasa” pero la chica estaba indignada era una especie de moralista en medio de nuestra propia anarquía subterránea.

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