viernes, 6 de noviembre de 2009

Sin aliento

No sé porque tengo esa maldita costumbre de leer los prospectos de los remedios. Mi mirada se dirige inmediatamente a los efectos secundarios.
Las drogas de Dorita eran bastante fuertes así que esta vez la lectura era no apta para alarmistas.
De todos modos traté de olvidarme, aunque soy de esas personas que no olvidan fácilmente, que se quedan con esas densidades que persiguen desde una profundidad cercana.
Estaba mirando la televisión tranquila cuando escuché la voz tenue de Dorita desde la habitación. Me decía que le lleve agua. Cuando iba con el vaso hacia la habitación la vi a Dorita recostada sobre el inodoro, le pregunté si estaba bien pero no respondió, estaba con los ojos cerrados, apoyada contra la pared y con la boca entreabierta. Volví a preguntarle pero nada así que empecé a desesperarme, a gritarle que se despierte.
Mi mente estaba plagada de paros cardíacos, alergias fulminantes, muerte, ¿No respira?
Empecé a correr de un lado al otro del departamento, desesperada ¿Hospital? Paro, es un paro. Llamé a las emergencias, creo que les grité. Después volví con Dorita, tomé su cara con mis manos y le hice una respiración boca a boca. Segundos después abrió los ojos, me dijo que tenía sed, que hacía mucho calor. La acosté en el lugar más fresco, el piso, y unos pocos minutos después sonó el timbre, eran los de la ambulancia.
Cuando la enfermera me vio se asustó: “¿Es a vos a la que tenemos que atender no? Mirá la cara que tenés, tranquila”.
Cuando llegamos Dorita estaba hablando con el oncólogo a quién al parecer yo había llamado en esos minutos de desesperación. El oncólogo llamó preocupado para saber qué pasaba.
Después la enfermera resultó ser cardióloga, gracias a mi prematuro diagnóstico para solicitar la ambulancia: “Se está muriendo, creo que tuvo un paro cardíaco”.
Al parecer había sufrido una deshidratación y la solución era darle gelatina. Me explicó que cuando no toman mucho líquido lo ideal es la gelatina, porque también alimenta.
¿Gelatina? ¿Tanto lío por una gelatina? ¿Por qué nadie me lo había dicho? Era tan fácil.
Empecé a rastrear otros factores impulsores de mi paranoia. Recordé que cuando era chica miraba un programa de emergencias, ahí mostraban un montaje de imágenes previas al desenlace casi fatal con un tema musical bastante terrorífico...

2 comentarios:

Pablo dijo...

Una noche de mierda y una propaganda para Royal.
Me gusta la dupla protagónica.

Saludos

María Virginia Gallo dijo...

jejeje ¡Totalmente!